DESDE EL ALMA

ABUSO SEXUAL INFANTIL Y TESTIMONIO DE LOS NIÑOS

Por: Silvia Gómez Loo-Kung

silvialuciag212@hotmail.com

Como lo señalamos en el articulo anterior titulado “Un Análisis Psicosocial del Maltrato Infantil”, no podemos considerar el abuso sexual infantil como un fenómeno ajeno al resto de tipologías. Recordemos que el maltrato no es un hecho aislado, sino que es un proceso que viene determinado por la interacción de múltiples factores. En muchos casos, esa interacción dará lugar a uno o más tipos de maltrato. Así, ubicamos al abuso sexual infantil (ASI) dentro de las categorías de maltrato. Se define como Abuso Sexual el fenómeno que se refiere a los “…Contactos e interacciones entre un niño y un adulto cuando el adulto (agresor) usa al niño para estimularse sexualmente él mismo, al niño o a otra persona. El abuso sexual puede ser también cometido por una persona menor de 18 años cuándo esta es significativamente mayor que el niño (víctima) o cuando el agresor está en una posición de poder o control sobre otro» (National Center of Child Abuse and Neglect, 1978).

Dentro de esta concepción de abuso sexual, destacamos las siguientes categorías:

1. Abuso sexual. Cualquier forma de contacto físico con o sin acceso carnal, puede incluir: penetración vaginal, oral y anal, penetración digital, caricias o proposiciones verbales explícitas.

2.  Agresión sexual. Cualquier forma de contacto físico con o sin acceso carnal con violencia o intimidación y sin consentimiento.

3. Exhibicionismo. Es una categoría de abuso sexual sin contacto físico.

4.  Explotación sexual infantil. Una categoría de abuso sexual infantil en la que el abusador persigue un beneficio económico y que engloba la prostitución y la pornografía infantil.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el maltrato infantil se define como los abusos de los que son objeto los menores de 18 años en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder, e incluye abuso sexual, desatención, negligencia o explotación comercial que puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño. El abuso sexual infantil no es un problema reciente, sino una de las formas de maltrato infantil: el tema más escondido de los maltratos y del que menos se conoce, tanto en el ambiente médico legal como en el social.

A pesar de ello, en 2002, la OMS estimó que 150 millones de niñas y 73 millones de niños menores de 18 años experimentaron relaciones sexuales forzadas u otras formas de violencia sexual con contacto físico. Sobre su conceptualización, no hay una definición universal acerca de qué constituye el abuso sexual infantil. Lo que sí está claro es que, como publicaron Echeburúa y Guerricaechevarría (2009), un abuso sexual agrupa dos condiciones: 1) una relación de desigualdad de poder, edad o madurez entre el agresor y la víctima, y 2) la utilidad de la víctima como objeto sexual.

Los abusos sexuales de menores ha sido un tema olvidado durante siglos. De hecho, aún son denunciados sólo una pequeña parte de ellos y casi la mitad de los casos no son comunicados a nadie. Sin embargo, a pesar de que el silencio ha sido solo parcialmente roto, a partir de los años setenta se han realizado numerosas investigaciones a nivel internacional que han demostrado, de forma reiterada, la alta prevalencia de los abusos sexuales de menores tanto en niñas como en niños. Casi en la mitad de los casos estos se repiten y sus efectos, a corto y largo plazo, son importantes.

Las violaciones sexuales no son un fenómeno nuevo en el panorama de la inseguridad en el país, principalmente para los menores de edad. De acuerdo a un Informe presentado por Promsex, los menores son las principales víctimas de este delito.

El Programa Nacional Contra la Violencia Familiar y Sexual (PNCVFS) del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) cuenta con cifras alarmantes: en el 2018 se atendieron 41,809 casos de violencia contra menores de 18 años en los Centros Emergencia Mujer (CEM). De este número, 22,709 fueron víctimas de violencia física y sexual (54%).

Para el primer trimestre del 2019 se reportaron 11,567 casos de menores de 18 años atendidos por violencia, de los cuales más del 50% reúne casos de violencia física y sexual.

Según el Instituto de Medicina Legal, entre enero y junio, hubo un total de 3,400 atenciones en cámara Gesell por delito contra la libertad sexual a niños, niñas y adolescentes. La fiscal suprema provisional y presidenta de la comisión de trabajo para el abordaje de violencia contra la mujer, María Isabel Sokolich Alva, asegura que en casos de violencia sexual contra menores en flagrancia la víctima es evaluada en cámara Gesell el mismo día. En casos donde no hay flagrancia, la víctima menor de edad puede esperar hasta dos meses y medio para pasar por la entrevista única. “Tenemos 99 cámaras Gesell en todo el país. Con una incidencia tan alta de denuncias de violencia, entre ella la sexual, la capacidad instalada no es la suficiente. Esta significa que, en algunos distritos, entre la programación de la entrevista y la materialización de manera efectiva pueden pasar dos meses o dos meses y medio. Para poder reducir esos espacios de tiempo, es que se viene instando al Ejecutivo la transferencia de una partida presupuestal mínima”, indicó a RPP.

El 76% de las víctimas de violación sexual en el Perú son menores de edad-cifras hasta noviembre 2018. Impactantes cifras. En el Perú, el 76% de víctimas de violación sexual está conformado por menores de edad, según un estudio realizado por el Programa de Investigaciones Criminológicas y Análisis Prospectivo del Ministerio Público, que abarca el periodo 2013 – 2017.

El preocupante diagnóstico, además de demostrar la poca protección a los niños y adolescentes de nuestro país, refleja que este execrable delito tiene como 100% de imputados a un hombre.

Según la citada investigación de la Fiscalía de la Nación, el momento del día para perpetrar el abuso sexual se produce mayormente entre la tarde y la noche, ya sea en la casa del victimario, en el de la víctima o en ambas locaciones.

El resultado de esta investigación pone sobre la mesa una problemática con indicadores sensibles, dentro del actual contexto en el que se perpetró la violación y asesinato de la pequeña Kelly, una menor de 10 años que tuvo como victimario a Julio César Arquinio Giraldo en Barranca, en Lima. Además, con referencia a la cercanía, la estadística indica que el 78% de las víctimas conocía a su victimario, quien, entre otros medios para violar sexualmente a un menor, usa la violencia física, verbal o ambas.

Las barreras provenientes del sistema de justicia también han sido señaladas como motivos para no denunciar en las victimas de ASI, entre ellas, el temor a no ser creídas, la no detención inmediata del agresor o tener que hacer frente a un proceso judicial largo o incomodo. (Halttem, 2000; Lievore, 2003).

Las características que rodean a los delitos de abuso sexual infantil (ASI), puesto que muchos se cometen en la clandestinidad, sin testigos y sin evidencias físicas que los corroboren, dificultan el enjuiciamiento de los mismos. El análisis y valoración del indicio cognitivo (huella de memoria) se convierte así en el principal medio de prueba con el que cuenta el juez. La entrevista forense es el instrumento mediante el cual el perito psicólogo obtiene este indicio cognitivo para su posterior análisis y valoración en términos de credibilidad.

Errores Habituales en la obtención del testimonio

La ausencia de formación especializada por parte de los psicólogos encargados de evaluar supuestos de ASI puede generar valores de anclaje que condicionaran a todo el proceso de entrevista, obteniendo información incompleta o errónea, lo que a su vez ocasionará cualquier análisis posterior del testimonio obtenido a esto se le llama sesgos cognitivos este es un tema interesante puesto que la memoria y como la recuperamos para recordar suele darse de muchas maneras y asimismo el sesgo suele partir del entrevistador  que tiene una idea o piensa que paso de una manera y en realidad se puede estar dejando llevar por estereotipos, sentimientos de indignación, , creencias, preguntas sugestivas. En definitiva es importante la formación especializada de los psicólogos forenses.

Referencias

UNICEF.(2019). Cifras de la violencia hacia los niños y niñas y adolescentes en Perú. UNICEF

Viviano, T.(2012). Abuso sexual: Estadísticas para la reflexión y pautas para la prevención. Ministerio de la Mujer y Poblaciones vulnerables.

(2019) Violencia sexual a niñas, niños y adolescentes menores de 14 años atendidos en los centros Emergencia Mujer. Observatorio Nacional de la Violencia contra Las Mujeres y los Integrantes del Grupo Familiar

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(*) Silvia Gómez Loo-Kung es Máster en Psicología Forense de la Institución  Apertura Psicológica (Madrid, España) y Máster en Psicología con Mención en “Problemas de Aprendizaje” de la Universidad Ricardo Palma (Lima, Perú). Cuenta con una especialización: Aplicación de la Guía de Valoración del Daño Psíquico en victimas adultas en Violencia Familiar, Sexual, torturas y otras formas de violencia. Posee una amplia experiencia en el sector público (Ministerio Público y Ministerio de Educación). Asímismo, se ha desempeñado como docente y capacitadora. Es coautora del libro “Procesos Psicosociales de la Lectura y Escritura” e investigadora de temas en pro del bienestar psicológico de niños y adolescentes.

ANALISIS PSICOSOCIAL DEL MALTRATO INFANTIL

Por: Mg. Silvia Gómez

En el entorno familiar, amical y social se utiliza comúnmente  la expresión «sufría/sufre de maltrato infantil», cubriendo con ello una gama de hechos y situaciones de lo más variadas: desde la más sutil violencia verbal hasta la más cruel violencia física.

En verdad, si realmente queremos saber qué es el maltrato infantil, debemos tener en cuenta que no existe una definición única, ni una delimitación clara y precisa de sus expresiones.

Sin embargo, lo más aceptado como definición refiere que son todas aquellas acciones que van en contra de un adecuado desarrollo físico, cognitivo y emocional del niño, cometidas por personas, instituciones o la propia sociedad.

Aunque la mayoría de los autores coinciden en que es una labor difícil, presentaremos una posible definición de lo que es el maltrato infantil, consensuada en la Conferencia “Violencia e infancia”, celebrada en Santander, en el año 2003. Así, el maltrato infantil sería “toda acción, omisión o trato negligente, no accidental, que prive al niño de sus derechos y su bienestar, que amenacen y/o interfieran su ordenado desarrollo físico, psíquico y/o social, cuyos autores pueden ser personas, instituciones o la propia sociedad.

La historia del maltrato a menores ocurre desde que el ser humano se encuentra sobre la faz de la tierra. Por lo tanto, éste es tan antiguo como la humanidad misma. Aristóteles señalaba: un hijo o un esclavo son propiedad…”

Esta situación de abuso, siendo tan antiguo en la sociedad, no ha sido considerado un problema sino recién hasta las últimas décadas.

En algunas civilizaciones, el infanticidio era un medio para deshacerse de los niños con defectos físicos: en Esparta se los lanzaban desde el Monte Taijeto y en la India se los consideraban instrumentos del diablo (siendo por ello destrozados). Martín Lutero ordenó que los niños con retardo mental fuesen ahogados. Más recientemente, en su afán de obtener una raza pura, Hitler realizó atrocidades como asesinar física y emocionalmente a millares de niños.

Con la Revolución Industrial, los niños ingresaron a trabajar 16 horas o más. En la historia de las sociedades precolombinas, se destacan los sacrificios de los adolescentes y niños que llevaban a cabo los Aztecas para calmar a sus deidades. En el tiempo de la Colonia, la Inquisición en América, mediante una rígida educación, generó severas relaciones paternas filiales. El primer artículo que claramente presenta el problema, aunque no lo identifica como tal, fue escrito por Ambroise Tardieu en Francia, en 1860. Basados en hallazgos de necropsias, describió lesiones encontradas en niños: muchos, incluso, fueron quemados y asfixiados. En 1946, se publicaron los hallazgos de fracturas múltiples y hematomas subdurales en 6 niños; con ello, se inició la descripción de lo que hoy se conoce como «Síndrome de Maltrato Infantil”.

En 1953, Silverman describió lo que llamó «Traumatismos Esqueléticos no reconocidos» y sugirió que, muy posiblemente, los padres eran los autores. Kempe y Silverman, introdujeron el término de «Síndrome del Niño Golpeado» relacionando las lesiones, generalmente con los padres o algún adulto que cuidaba al menor. En estos niños, se observaba una serie de alteraciones emocionales, carencia nutricional, negligencia en su atención general, etc., por falta de atención del adulto. Este fenómeno puede o no ir acompañado de abuso sexual y maltrato físico. Con el transcurso del tiempo, nuevas modalidades de maltrato se han descrito: «Síndrome de Munchausen», “Abuso y Negligencia Fetal”.

En el caso particular de nuestro país, la estructura familiar colonial del tipo cuasipatriarcal se mantuvo por mucho tiempo y el Código Civil la recogió en su sistema legal. El ejercicio de la patria potestad era concebida en interés de los padres. A la fecha, tenemos leyes que protegen al niño; sin embargo, ha cobrado importancia reciente para aparecer ante la opinión pública como una realidad que es necesario paliar y prevenir solo a partir de la segunda mitad del pasado siglo XX.

Como explica Alicia Alonso, experta en Arqueología andina de la Universidad Complutense de Madrid, para las culturas precolombinas las montañas eran dioses que protegían a los pueblos. Los incas tenían que estar bien con sus cerros, que eran sus ancestros protectores. Entonces, la mayor ofrenda que se les podía hacer era un niño (cuanto más bonito, mejor). Tenían que hacer la ofrenda para que el volcán no erupcionara, pues en los cerros hay un volcán tras otro.

Además, esta situación de víctima infantil posee una larga tradición histórica, no en vano, De Mause (1974) comienza su trabajo sobre la infancia con la siguiente frase: “la historia de la infancia es una pesadilla de la que hemos empezado a despertar hace muy poco». El autor pasa a enumerar una larga y documentada lista de atrocidades cometidas hacia los niños en distintas épocas, comúnmente aceptadas, ya fuera por comodidad (envoltura en fajas que no permitían el movimiento, administración de opio y otras drogas para evitar el lloro), por interés (mutilaciones para favorecer la mendicidad, abandono, venta de los propios hijos) o simplemente por divertimento (lanzamiento de niños fajados por las ventanas, abusos sexuales desde el nacimiento), etc. Podría pensarse que estas tropelías cometidas hacia los niños se producían por el escaso interés que despertaba la infancia en épocas antiguas, pero en la actualidad y desafortunadamente, en sociedades donde se concibe y valora a la infancia como un bien escaso, estas y otras explotaciones infantiles (como la sexual, la de los conflictos armados, etc.) continúan siendo un lastre de la sociedad moderna (Villanueva y Clemente, 2002).

El maltrato infantil es un grave problema social con raíces psicológicas y culturales y con repercusiones negativas en el desarrollo de la persona. Es un problema social pues sus consecuencias negativas no solo afectan al individuo a corto y a largo plazo, sino que también puede contribuir a la creación de un ciclo de violencia familiar transmisible de generación en generación. Por un lado, el trabajo preventivo es esencial; por otro, es importante comprender las raíces y consecuencias de este problema e intervenir lo antes posible, a fin de minimizar sus efectos en el desarrollo del niño.

En América Latina, no menos de seis millones de niños, niñas y adolescentes son víctimas de agresiones severas y 80 mil mueren anualmente por violencia familiar. En el Perú, uno de los obstáculos para enfrentar el problema de la violencia infantil es la falta de información sobre el tema, dado que no existen estudios a nivel nacional que permitan conocer la real magnitud de la violencia contra la infancia. Hay estudios parciales sobre este problema.

Un estudio realizado en octubre del año pasado por el Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE) en Lima, Huancayo y Loreto, concluyó que la violencia contra los niños se da con mayor frecuencia en el hogar. De acuerdo a este estudio, el 44,2 por ciento de los niños han sido víctimas de violencia en el hogar, el 28,3 por ciento en el colegio y 13,3 por ciento por parte de la comunidad. El estudio se realizó con niños y niñas de cero a ocho anos en 903 hogares de seis distritos de estas tres regiones, dos distritos por cada región.

El estudio revela que el tipo de violencia física más frecuente ocurrida en el hogar, contra los niños, es la violencia moderada: 27,4 por ciento de los niños que formaron parte de este estudio habían sido castigados por medio de sanciones que implica lastimarlos con algún objeto; el 14,7 por ciento ha sido víctima de violencia leve y un 6,4 por ciento de violencia severa, como quemaduras o laceraciones.

Una conclusión de este estudio es que la violencia contra la mujer y las actitudes hacia la violencia contra la mujer están asociadas con la severidad del castigo aplicado a los niños. Los niños cuyas madres han sido víctimas de violencia física por parte de su pareja tienen mayor probabilidad de ser castigados de manera más severa, señala el estudio. Asimismo, los niños cuyas madres están más de acuerdo con las justificaciones hacia la violencia contra la mujer por parte de la pareja, están más expuestos a sufrir castigos físicos severos.